Casi dos años estuvo trabajando el equipo de investigadores para desarrollar este producto, muy similar a las papas fritas caseras, elaborado con descartes de papas y subproductos del pulido de arroz, que permiten hasta tres veces menos absorción de aceite en la fritura. Además, se ha comprobado que con este sustituto no se produce la acrilamida, una sustancia química potencialmente cancerígena que se genera al cocinar a elevadas temperaturas alimentos ricos en carbohidratos.
La idea del equipo siempre fue crear un producto que fuera comercializable. “Por eso mañana (hoy) vendrá a la presentación uno de los empresarios que está apoyando este proyecto, justamente a degustar y ver la posibilidad de que estas papas puedan posteriormente entrar al mercado”, explica esta ingeniera agrónoma, magíster y doctora.
Tras presentar y luego patentar el producto, esta innovación saludable podría ser un primer paso para probar luego con otros productos alimenticios que puedan tener una versión más sana y a un valor accesible. “El grupo nuestro ha trabajado siempre súper aplicado en buscar soluciones prácticas que puedan llegar al mercado. Nosotros nos propusimos que nuestro proyecto tenga el equilibrio entre lo tecnológico, la utilización práctica y el costo final del producto”, aseguró.
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